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¿POR QUÉ SE ACOSTUMBRA DAR LAS GRACIAS?

Por Daniel Medvedov

Se acostumbra dar las “gracias” por el favor concedido. Es palabra que se usa para expresar gratitud, pero es también una cruda ironía cuando dices - “¡No, gracias!”

Las Gracias o Cárites son las diosas del encanto, los dones de la belleza, las flores de la naturaleza, las luces de la creatividad humana y las joyas de la fertilidad. Pero no siempre se deben dar las gracias. Me ha sorprendido desde siempre el oír que la gente da las gracias después de haber conocido a alguien, o después de haber sido presentados a alguien. En tales eventos no hay que dar ningunas gracias, pues entre humanos las cosas son de tú a tú, ninguno es más espigado, ninguno es más listo, ninguno merece más atención que otro. Somos todos peones del juego de ajedrez de la Reina, el Alma.

Una vez le he agradecido con esta palabra a un caballero de Brasil, estamos en un congreso de lingüística y este hombre, era un anciano, me había aclarado unas dudas que yo en aquellos días me embargaban. Al oírme decir que no sabía cómo agradecerle su atención, el viejo me dijo lo siguiente: “Joven, no me des las gracias: en la ciencia y en la amistad no se dan las gracias - todo es espontáneo.” He quedado con la boca abierta.

Hay muchas formas de dar las gracias pero ninguna como una mirada y una sonrisa - la manera cabal de hacerlo.

He oído que algunos agradecen así: “He recibido muchas bendiciones en mi vida. Jamás pasé hambre, ni dormí a la intemperie, ni me faltó amor. Doy gracias por cada día que me fue otorgado. Muchos pensarán que lo que tengo es poco, pero tengo salud, familia, amigos, auto, techo, trabajo, sé bailar, y cantar. Mi vida es buena, y lo agradezco.”

Lo dice Norman Borlaug, pero me parece que al escribir todo ello y agradecerlo, deja en poca luz a aquellos que no han tenido la gracia de tener todo lo que Norman Borlaug cuenta, como en una lista. Mucho mejor sonaría así:

“No he recibido muchas bendiciones en mi vida. Siempre pasé hambre, y dormí a la intemperie, y me faltó amor. Sin embargo, doy gracias por cada día que me fue otorgado. Muchos pensarán que lo que tengo es nada, - lo que es cierto, en parte, pues ni tengo salud, ni familia, ni amigos, ni auto, ni techo, ni trabajo, ni sé bailar, ni cantar, ni tengo donde caerme muerto. Pero mi vida es buena, y lo agradezco.”

Buda agradece así:

“Pongámonos de pie y demos gracias. Pues a lo mejor aprendimos mucho hoy, y si no aprendimos mucho, por lo menos aprendimos algo, y si no aprendimos algo por lo menos estamos vivos. Entonces, digo que demos gracias.”

No es necesario dar las gracias por entender cosas que antes no entendíamos, ni por tener amigos, ni creer que has nacido sólo para ver pasar el viento y que por ello ha valido la pena de haber vivido como cree Fernando Pessoa, ni pensar que la gratitud y el reconocimiento sean los mejores regalos que puede recibir una persona, ni creer que hay que devolver favor con favor, ni regalo con regalo, o de sentir gratitud y además expresarla por no se qué cualidades humanas de quienes nos honran con sus gracias y dones, ni creer que la gratitud reverdece en la tierra de los humildes, como afirmaba José Martí, ni hace falta que la gratitud sea esculpida en piedra para que otros del futuro vean cuan agradecido eres.

La gratitud es un evento silencioso, callado, secreto. No necesitas darme las gracias: en la ciencia y en la amistad todo es espontáneo.

Foto de y proporcionada por Daniel Medvedov.

 
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