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NAVIDAD, El Sentido Secreto de una Fiesta Popular

Por Daniel Medvedov

Hace tiempo que he querido escribir algo sobre la Navidad.

Muchos creen que van a encontrar algún sentido de la fiesta en Google, remueven el Internet entero para averiguar, y ¿qué pasa?: no descubren nada, no encuentran nada, están más perdidos que una aguja en un pajar. Para entenderlo hay que remover los archivos akáshicos. El sentido de la Navidad es existencial: es un recordatorio para que todos estemos enterados de cómo va la cosa.

El árbol verde - el pino - es nuestro cuerpo, y la estrella que lleva en la cima es la imagen de la luz espiritual de nuestro Ser, la que nos guía y protege en la vida. Los regalos que recibimos en la mañana de nuestro nacimiento están ya ordenados: y el Santa Claus es el año viejo que se va, para dejar lugar al Niño - el Año Nuevo, el que se pone en el pesebre exactamente a las 12 de la noche del 24 de Diciembre, hacia el 25. En esa fecha precisa termina el año perfecto de 360 días, o sea se terminan los 360 días de un círculo solar, el verdadero año. El resto de los días hasta el 1 de Enero son días que han sido agregados, un día cada 1000 años que han pasado desde el comienzo de este nuevo ciclo existencial de la humanidad, un ciclo de 25. 920 años. Han pasado hasta ahora unos 6.000 años de los 25. 920 y así lo informan distintos calendarios tradicionales - el chino, el judío, el masónico, el maya.

Todos los animales del pesebre representan a los sentimientos amaestrados de nuestro temperamento, entidad que ya Heráclito nos ha enseñado que es un genio, un genio de un humor positivo o negativo, o digamos de los dos, en armonía. Muchos tienen “mal genio”. Recordemos todos que en esa noche de Navidad, nos visita el “tiempo”, en imagen de un anciano que viene con un saco lleno de regalos y una carreta de renos, ocho renos como los ocho vientos de la secreta Rosa de los Vientos.

Es momento de recordar que somos el Ser, y allí está la Conciencia con su centro, la Intuición, el Alma - Energía, el Intelecto con su Razón, el Cuerpo con su Corazón, y la Persona con su Máscara de teatro y su nombre individualizado: Somos como un dado cuyas caras opuestas dan siempre la suma de 7, la figura metafórica de la Verdad que se encuentra virtualmente en el centro, como una Piedra Verde de Esmeralda.

 
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