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TEGNO…TESHNO…TENOLOGÍA, NO IMPORTA CÓMO SE DIGA, LA COSA ES PRESUMIRLA


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Hace algunos años, el vicerrector de una universidad muy prestigiosa de mi país, me comentó muy emocionado acerca de un proyecto tecnológico que buscaba llevar computadoras hasta los lugares más apartados de la nación y enseñar a la gente a usarlas o al menos, darlas a conocer. El objetivo era acercar a las personas a uno de los más populares avances tecnológicos y enseñarles las infinitas posibilidades de aprender y ver el resto del mundo a través de la Internet. Recuerdo que el vicerrector me platicó de un campesino que miraba maravillado aquel aparato tan nuevo para él y cuando tuvo la oportunidad de sentarse y escribir, no sólo se le dificultaba mucho usar el teclado, debido a que sus dedos eran muy anchos y rústicos, dada su ocupación, sino porque no sabía leer ni escribir. Nunca supe hasta dónde llegó el proyecto de la universidad, pero imagino que a estas alturas, el señor de los dedos anchos (al que llamaré Lázaro), es muy probable que nunca haya aprendido computación y quiero pensar que no precisamente porque no lo hubiese deseado.

Muchos no saben, por edad o por falta de interés, que las computadoras se han estado usando en Latinoamérica casi desde 1977 y es una verdadera pena que a después de 38 años, haya aún personas que ni siquiera saben cómo operarlas. Y no estoy hablando de personas como don Lázaro, sino de gente con cierta educación, con nivel medio y hasta con títulos universitarios, a quienes prácticamente “les tiemblan las patas” cuando los sientan frente a un computador. Tampoco me refiero a personas mayores de 70 años, que por alguna u otra razón, no empezaron tempranamente en el mundo de la computación. Me refiero a gente relativamente joven, que se ufana de tener un título colgado en la pared o de venir de grandes ciudades y que hasta llegar al colmo de asegurar haber obtenido un grado de nivel medio en computación. Risible, pero cierto. Me dirán muchos, “y esta Chachi tan criticona, ¿qué sabe ella si la persona tuvo acceso a las computadoras?”. Pues les contestaría que desde finales del siglo pasado, se pusieron de moda los famosos Café Internet hasta en las aldeas, donde a pierna suelta se podía experimentar en la computación y los mismos dueños se esmeraban en introducir a los neófitos, para asegurarlos como clientes. Y por favor, ni siquiera me hagan mencionar las famosas “maquinitas”, donde los patojos iban a dejar el pisto de sus abnegados padres y que de paso, también son computadoras. Cierto es que esto pasa en nuestros países 50% por falta de interés y 50% por falta de recursos económicos, pero esto último podría referirse a gente muy pobre o de lugares apartados como donde vivía don Lázaro. Menciono todo esto, porque una de las modas en la que todos queremos entrar, sepamos o no de computadores, es en la de los Smartphones y los Tablets. En USA se gastan al año, millones de dólares en comprar teléfonos tan inteligentes que parecen más listos que muchas personas (claro, que ésa es una exageración mía). Muchos de ustedes saben que yo vivo en los Estados Unidos (O los Yunáis, como llamo a veces a este gran país) y aquí he visto gente con un mínimo de estudios académicos, portando un Galaxy 5 o un Iphone 6 con tecnología de punta y lo usan sólo para hablar por teléfono y tomar fotos. Algunos han logrado tener una cuenta de Facebook o Twitter, para postear y comentar con sendas faltas de ortografía, pero no saben cómo tener una cuenta de email o cómo hacer una investigación a través de Google. (Pero a lo mejor, desde hace muchos años, se saben la canción El Celular, de los Tigres del Norte, ¿verdad muchá?). Y es que parece importarles muy poco hacer pedazos nuestro ya apaleado idioma, o mucho menos saber que los más de 80,000 zapatos en el Museo Auschwitz en Polonia, son de las víctimas del Holocausto y no una colección que debiera ser donada a los pobres, como vi recientemente un comentario en el Facebook. (No sabía si reírme o llorar. Mejor lloré, pero imaginando el holocausto judío). Creo que lo que pasa es que número escaso de estas personas saben que lo que tienen en sus bolsillos es más que un simple teléfono, sino una computadora compacta, desde donde pueden acceder a cosas tan sencillas, como consultar los horarios de clases de sus hijos, buscar una palabra en el diccionario, aprender un nuevo idioma o visitar virtualmente un museo. Algunos tal vez dirían como don Ramón: “Primero tendría que saber qué quiere decir el vocablo VOCABLO”, a lo mejor no saben lo qué significa el vocablo VIRTUAL. Bueno, no estoy aquí precisamente para criticar la ignorancia de las personas, pues al final, todos somos ignorantes en algo. Ni porque nadie pueda tener una "metida de pata "ortográfica". Tampoco estoy aquí para hablar mal de los gobiernos latinoamericanos, que ni siquiera se han preocupado por mejorar la educación y la salud de nuestros países o impulsar las fuentes de trabajo para que la gente no emigre, mucho menos se van a preocupar de enseñar tecnología a toda la gente. A lo que voy es que, si actualmente casi cualquiera tiene acceso a una computadora o a un teléfono inteligente, ¿por qué no se preocupan entonces en mejorar su educación, si tienen la oportunidad ya al alcance de su mano? La respuesta me la dio mi amigo Mauricio: “por el simple hecho de que nadie aprende si no sabe cómo”. (Bueno, él me lo dijo de una forma más filosófica, pero yo así lo traduje). Creo que es un problema bastante fregado que especialmente se ve en mi gente hispana inmigrante, porque muchos seguirán emigrando para buscar mejores oportunidades, pero la mayoría lo hará para comprarse un carro, o una casa, o un Smartphone…o todas las anteriores (que no es malo, sino todo lo contrario), pero muy pocos se preocuparán en mejorar su educación. Cierto es que cada quien es libre de buscar su felicidad (pursuit of happiness), también es cierto que existe todavía mucha gente que tiene las prioridades un tanto arrevesadas. La tecnología en las comunicaciones seguirá adelante, sobrepasando los límites imaginables, pero si no la usamos para crecer como personas, lastimosamente así la tengamos al alcance, seguirá sirviendo para que avancen unos pocos y se llenen los bolsillos muchos otros. Los que buscan aprender a diario algo nuevo, así tengan más de 80 años, continuarán aprovechando cualquier oportunidad, pero tristemente hay quienes que ni siquiera se dan cuenta. A lo mejor don Lázaro, quisiera haber sabido leer y escribir para aprovechar la herramienta tan valiosa que un día llegó a sus manos... Y como dicen por el oriente de mi país: ¿Aloshte?, que en una sola palabra quiere decir: ¿Pusiste atención?

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Foto: enviada por Whatasapp

 
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