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LA MEJOR COMPAÑÍA EN LOS PEORES MOMENTOS.

  • Mauricio Cuevas.
  • Feb 25, 2015
  • 5 min read

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Siempre he pensado que los animales no son buenos regalos, sobre todo cuando se lo regalas a alguien que pretendes y luego las cosas no te salen como esperabas. Es clásico que un muchacho le regale una mascota a una muchacha que le gusta, después se pelean y el pobrecito animal termina por recordarle a uno de los dos lo tormentoso de la relación. Algo parecido me pasó, pero en lugar de terminar en odio fue todo lo contrario. Hace mucho tiempo, tanto que me duele recordar porque me siento viejo, me iba a casar con una veterinaria española. Recuerdo lo feliz que era a su lado, no me da pena admitirlo, y lo bien que se sentía hacer planes para el futuro. Una mañana fuimos a hacer una visita domiciliaria dentro del Mercado El Guarda, para los qu e no son guatemaltecos les cuento que es un mercado muy concurrido, ubicado en la orilla de la autopista más transitada de toda Centroamérica, un lugar famoso por ser peligroso en donde compras cosas de contrabando, víveres robados y hasta animales exóticos como gavilanes y mapaches. Fue allí donde vi por primera vez a la que sería la gata de mi vida. Debíamos visitar a dos hermanas, ya de avanzada edad, que eran dueñas de un edificio de esquina con bastante espacio como para guardar los bultos de verduras y frutas de los vendedores por las noches, así se ganaban la vida estas dos señoras. Ellas tenían 17 gatos dentro del edificio, casi todos negros por su genética y que protegían a las señoras de las ratas y de los ladrones. Sí, de los ladrones, porque todo el mundo tenía miedo de ellas porque pensaban que eran brujas debido al color de los animales. La casa tenía un fuerte olor a orina de felino y las señoras me dijeron que preferían la compañía de sus gatos a la de los niños, algo que siempre recuerdo cuando ya no soporto la compañía de algún niño impertinente. Al patio, debido a los alimentos que guardaban por la noche, llegaban una enorme cantidad de ratas y para combatirlas las señoras daban de comer a muchos otros gatos, al menos 30, que no eran de ellas pero que se mantenían allí por la disponibilidad de alimento. Era un lugar sucio, había que empujar a las personas para hacerse paso a través de estrechos pasadizos llenos de bultos, lo único con que lo puedo comparar para que se hagan una idea es con esos callejones estrechos del Barrio Chino o de Hong Kong que salen en las películas. Cuando finalmente llegué a una pequeña puerta en la parte de atrás del edificio había una pequeña gata, con el pelo anudado de color café claro atigrado, la animalita maullaba para llamar nuestra atención y se sobaba contra nosotros, le faltaba una de las patas traseras y por ello se movía de una manera muy particular, muy poco elegante para una cazadora. Fue amor a primera vista, a ambos nos gustó la gata, pero yo quedé enamorado de ella. Le pregunté a la señora si era suya y me dijo que su nombre era Polita (le cambiaría el nombre a Trip por tener solo tres patas) y que pertenecía a un señor; llegaba solo a pedir alimento (claro que tenía que suplicar por alimento porque su desventaja física seguro le complicaba las cosas). Dejamos a la gata en el mercado y volvimos a casa. Mi ex siempre me decía que le gustaría que tuviéramos un gato de mascota, algo que a mí no me sonaba tan mal porque sabía que no podía llevarme a los perros a España. Ella debía volver a Europa para alistar algunas cosas y yo, haría el viaje después de arreglar algunos asuntos antes de poder viajar. Poco tiempo teníamos de estar separados por la distancia cuando la señora de las gatas me llamó nuevamente, entonces me preguntó si estaría interesado en llevarme a la gata que me había gustado. Me contó que el hombre que la cuidaba había muerto, se trataba de un vagabundo alcohólico que dormía en el piso del mercado en compañía de la gata y su botella de licor. Dos horas después estaba nuevamente haciéndome lugar en medio del barullo del mercado, con una pequeña jaula para gatos. Al entrar a mi casa me di cuenta de que había adoptado a más de un animal, ahora era el flamante propietario de una cantidad tan grande de pulgas que no lo podía creer. Sabía que debía matarlas inmediatamente porque las pulgas adultas son únicamente el 1% de la población total y no quería que pusieran huevos en mi casa. Después me di cuenta de que tenía también la mayor cantidad de parásitos intestinales que he visto hasta ahora en un felino adulto, pero una vez atendidas esas necesidades la gata se apropió de mi casa y de mí. Un tiempo después la española decidió dejarme, todavía me es difícil describir el dolor que sentí, y lo peor es que la gata me la recordaba a cada momento. Es que ella tuvo que ver mucho en mi decisión de acoger a la gata y me convertí en un hombre deprimido y frustrado. Es que no es lo mismo agarrar el automóvil e ir a arreglar las cosas con tu novia, lamentablemente no podía darme el lujo de ir hasta un pequeño pueblo de la Comunidad Valenciana a intentar convencerla de que me aceptara nuevamente, qué tal si siempre no y debía regresar con la cola entre las patas; es algo de lo que ahora y siempre me arrepentiré. Debí de haberme tragado mi orgullo y tomar el primer vuelo, pero ni eso pude hacer. Dicen que los perros son los mejores amigos del hombre, pero alguien dijo, muy atinadamente, que eres afortunado si un gato te considera tu amigo. Y cuando estás triste o te sientes mal, no voy a decir que un perro no te pueda ayudar, pero la compañía que te da un gato en esos momentos es algo que podría describir como lo más cercano a lo espiritual. Es como un amigo que te acompaña, pero que no dice nada, sabes que está allí por ti pero te deja en paz para que se te pase. Cuando estás deprimido y apunto de llorar, no hay mejor compañía que tu gato, no sé cómo más explicarlo, quizá solo aquel hombre que murió ahogado en el licor me pueda comprender. Trip vivió conmigo más de 10 años, ya era adulta cuando la adopté, y fue la mejor compañera felina que pude haber tenido, creo que jamás volveré a tener otro gato, hace más de un año que murió y todavía se me llenan los ojos de lágrimas cuando la recuerdo, no les cuento ni cómo estoy escribiendo sobre ella. Quizá por eso le dije a Claudia Sagal que no quería escribir sobre gatos cuando me lo solicitó; ahora espero no haber decepcionado a nadie escribiendo sobre mi gata y no sobre los cuidados que necesitan, así que prometo escribir una segunda parte dedicada a sus cuidados, no sé cuando, pero lo haré. Debo contarles que finalmente hice las paces con la chica de España, fue bueno hablar las cosas y ahora sé que no fue duro solo para mí. Le tomó casi diez años disculparse y darme la razón, y se lo agradezco tanto. Que te digan que la época más feliz de su vida fue cuando estuviste a su lado se siente muy bien. Eso no quiere decir que la culpa fuera únicamente de ella, también cometí errores, como no haberla ido a buscar para luchar por nosotros, uno de tantos. Curiosamente Trip murió el día en que la española cumple años, si fuera de esos hombres que creen en cualquier cosa diría que fue una señal. Me pregunto ¿cómo sería mi vida si hubiese tomado otras decisiones? Solo hay una forma de averiguarlo. “En el terreno del amor: Las acciones no muestran nunca el fondo del corazón. En el amor como en religión, no existe más que una sabiduría: creer, y tal sabiduría es una locura. El amor es un poema enteramente personal." (Desiree).

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Foto: Mauiricio Cuevas

 
 
 

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