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RECUERDOS DE UN DÍA DE AGOSTO

Ya eran como las cinco de la tarde cuando nos bajamos de la "carcocha". Así llamábamos nosotros al ómnibus número 6 del colegio, era el mas viejo de todos, los asientos incluso eran butacas de madera, pero por otro lado, teníamos nosotros con el Sr. Ochoa, al mejor de los choferes.

-¡Hasta mañana muchachos! – nos dijo, sonriendo como siempre al mismo tiempo que nos abría la puerta de acordeón con una palanca de mano que tenía cerca de él.

- Hasta mañana señor Ochoa – contestamos casi al unísono.

- Y tu, amárrate bien esos zapatos – añadió dirigiéndose al menor de los Herrera. Juan Jaime se agachó y le amarró los zapatos a su hermanito

Juan Antonio, que al parecer todavía no había aprendido a hacerlo solo.

Recién cuando hubo terminado, el Sr. Ochoa nos permitió bajar.

Así era el Sr.Ochoa, un negro lindo con un corazón enorme . Él entraba por Cabo Gutarra y nos dejaba al frente de la ferretería. Después doblaba para volver a salir a la Av. Brasil. Hasta ahora creo que esa vuelta la daba sólo por nosotros, por su cariño y por su preocupación porque éramos muy niñitos todavía.

Me despedí de mis buenos amigos los Herrera y después, cargando mi maleta y mi lonchera, me dirigí a pie a nuestra casa de Gregorio Paredes. En la esquina ya se podían oler los anticuchos y choncholís ya que a esa hora llegaba la anticuchera, siempre en la puerta de la bodega de la china Alicia.

Una vez en casa, me sorprendió no encontrar a nadie aparte de nuestra chola Leonor. Buenísima y siempre con sus trenzas bien apretadas…..

-Pase niño Billsito- me dijo-, cámbiese su uniforme que le voy a preparar su comidita-.

- ¿Dónde está mi Mami? - Le pregunté mientras subía las escaleras.

- Ha salido hoy día tempranito con su papá niño Billsito.- me dijo casi gritando porque yo ya estaba en los altos, camino a mi dormitorio. La respuesta no me gustó mucho, a mi me gustaba siempre saber donde estaba mi mami.

Abrí mi maleta de colegio y saqué mi cuaderno de Maths y me puse a hacer las sumas que tenía como tarea. Yo nunca necesité de nadie que me diga lo que tenía que hacer. Después de comer el arrocito a la cubana que me preparó Leonor, prendí la tele en el Hall de los altos. Había que esperar a que caliente. Era un Zenith con puertas corredizas de madera . Tenía cuatro piernas largas de madera abiertas en ángulo hacia afuera que se iban angostando poco a poco, para terminar al final con un enchapado de bronce. Primero había que abrir las puertas corredizas detrás de la cual estaba la pantalla, oval y de un color verde-grisáseo. Luego de prender el aparato, apretando un botón enorme blanco, como de marfil, aparecía un punto luminoso en el centro de la pantalla, eso era normal. Había que esperar un par de minutos a que los bulbos calentasen y después de pronto venía la imagen. Seguí haciendo las otras tareas que nos habían dejado en el colegio, pero siempre haciendo pausas como por ejemplo para tomar mi vaso de leche con la Sra. Vaca del Tío Johnny, o para ver las series Tiro Loco McGraw con Pepe Trueno o el fabuloso Supercar o, por supuesto, el comienzo de Villa Twist , programa infantil de Kiko Ledgar, co-moderado por Chacha Hormazabal, una niña preciosa de quien todos estábamos ¡enamoradísimos!

Al comienzo enseñaban toda una ciudad en miniatura, ¡fascinante!

El programa lo patrocinaba la bebida gaseosa Twist y su slogan era: “El sabor de la naranja es como el sabor de Twist” ¡cosa de locos!… ¡No es la Twist la que sabe a naranja sino ahora las naranjas saben a Twist!

De pronto escuché el inconfundible sonido del auto de mi papi. El sonido

del Ford Mercury Monclair ¡era único! Nuestro garaje estaba en una especie de semi-sótano con una bajada poco empinada, asi que el bajaba frenando también con el motor, con lo que retumbaba casi toda la casa. Bajé corriendo las escaleras. Yo siempre lo esperaba junto a la escalerita que llevaba a una pequeña puerta que conectaba el garaje con con un corredor cerca de la cocina.

-Hola papi – le dije, doblando los brazos y apretando los codos contra los costados y poniendo duro todo mi cuerpo…

-Hola Cochocho – me respondió sujetándome con las manos por debajo de los codos y alzándome para que le de un beso. Siempre nos saludábamos así.

-¿Dónde esta mi mami ? – Le pregunté

-La acabo de dejar con el doctor en la clínica, yo he venido solo un ratito a verlos a ustedes, porque tengo que regresar a la clínica.

-¿Ella esta bien? – seguí preguntando.

-Por supuesto Cochocho, no tienes de qué preocuparte…..¿has hecho tus tareas?, me preguntó cambiándome completamente el tema…

-Sí, ya terminé, espera que te traigo mis sumas para que me las corrijas.

Subí corriendo las escaleras y le traje mi cuaderno de matemáticas.

-Uhmm … Uhmm…decía mientras leía con toda seriedad mi cuaderno.

-¡Ok! - dijo, -muy bien…

- Llámame por favor a Leonor que la quiero mandar a comprar a la bodega-. ¿Dónde esta ?

-Está en el cuarto de Gigi, jugando con ella,y luego bajando el tono de mi voz, le dije casi susurrando: - Creo que a Leonor le gustan más la muñecas que a la Gigi, se la pasa todo el día peinando a sus Barbies.-

- ¡Ja , Ja!– se rió mi papi...

- ¿Qué quieres: Sublime o chocolate largo D’onofrio? - me preguntó.

- ¿Sublime chico o Sublime grande? Le pregunté yo…

- No seas sabido, chico nomás que hoy no es domingo –.

- Entonces mejor un chocolate largo – le dije.

-Bien dijo y ahora a bañarse que se me hace tarde.

Mi papi bañó a Gigi en la tina mientras que Leonor fue a la bodega a comprar. Cuando regresó, mi papi le dió a Leonor a la Gigi ya bañadita y envuelta en toalla para que la seque y le ponga sus pijamas. Luego seguí yo. Mi papi siempre fue el encargado de bañarnos. Con lavada de cabeza con shampoo Johnson, y enjabonada total con jabón Palmolive. Yo ya me podía vestir solo, asi que envuelto en mi toalla me fui a mi cuarto a ponerme mis pijamas.

Mi papi también se bañó, pero en ducha y con agua como siempre, bien fría.

Luego entró en mi cuarto. El ya tenía puestas medias limpias y el pantalón, y sobre sus hombros una toalla.

- Como tu sabes cochocho, tu mami esta en la clínica - me dijo mientras se masajeaba la cabeza con los dedos de ambas manos. El siempre usaba "Tricófero” después de bañarse, en la absurda ilusión de ganarle a la calvicie. Era un tónico capilar que se lo había recomendado el peluquero de “Todos” de San Isidro, peluquería a la que ibamos siempre.

- Sí papi – le respondí.

- Lo mas probable es que ella pase la noche ahí y yo también con ella – añadió.

- ¿Tú también ? le pregunté con voz media entrecortada…

- Sí, yo también. Pero tu ya eres todo un hombrecito. El año pasado has hecho ya la primera comunión, y hoy día, por primera vez, serás el hombre de la casa. Tienes que cuidar de tu hermanita pero no te preocupes que Leonor está ahí para ayudarte ¿Estás dispuesto a hacer eso por mí?

- ¡Por supuesto papi!- le respondí, ésta vez con voz resoluta – No te preocupes que yo cuidaré bien de las dos –

- Bien, como ahora eres el hombre de la casa, puedes dormir esta noche en nuestro dormitorio. Voy a voltearte el televisor para que lo puedas ver desde la cama - ¿Qué te parece la idea? - me preguntó mientras se metía la camisa recién planchadita en el pantalón .

- ¡Super!– le dije -, hoy día dan “Viaje al fondo del mar” en el canal trece (este canal se convertiría después en Panamericana TV, Canal 5). Mi papá se hizo el nudo de la corbata, siempre de cara a mí para que vaya aprendiendo a hacer el nudo “Windsor” que el siempre usaba, y me lo iba describiendo:

- primero el lado izquierdo después viene por abajo al lado derecho, la pasamos por arriba, abrimos un poquito para que luego entre por aquí, lo apretamos un poquito así…y listo – como por obra de magia un nudo perfecto.

- Bien Cochocho – me dijo – Ya me tengo que ir a ver a tu mami- aquí tienes tu Inka Cola y tu chocolate largo, pórtate bien, cuida de tu hermanita, y no te vayas a dormir muy tarde que mañana es jueves y tienes que ir al colegio.

- Espera papi – bajo contigo y te acompaño hasta la puerta – le dije. Cogí su mano y bajamos las escaleras y cuando llegamos a la puerta volví a apretar los codos a mis costados. El me volió a cargar y esta vez él me dio un beso. Abrió la puerta del garaje, subió al carro y prendió el motor…¡que sonido!

Yo miraba fascinado como sacaba el Mercury en retroceso, el auto me encantaba. De pronto paró, bajo la luna y sacando un poco la cabeza me dijo: Cochocho, revisa tus sumas, una de ellas está mal...y haciéndome un adiós con la mano, aceleró y el auto se alejó dejando tras de sí ese sonido que tanto me gustaba.

Cerré la puerta asegurándome de que estuviera bien cerrada, yo era ahora el hombre de la casa. Subí al cuarto de Gigi para ver si todo estaba bien. La Gigita ya estaba casi dormida. Leonor le cantaba como siempre, con voz muy bajita una canción de cuna en quechua mientras acariciaba los bucles de oro de mi hermanita.

El cuarto de Gigi quedaba en el descanso de la escalera, a medio subir, por asi decirlo. Yo no quise interrumpir a Leonor así que seguí subiendo y me puse a ver televisión y comer mi cholotate largo con mi Inka Cola. Después de ver “Mister Ed” (caballo con voz no hay dos, no hay dos, solo Mr.Ed tiene bella voz, te hará reir te hará llorar, Mr. Ed ¡es un campeón!). Bajé nuevamente a ver a mi hermanita…ella ya dormía…qué linda que es mi hermanita, pensé. Gigi era era realidad preciosa, tenía unos ojos azul-verdosos enormes.

Ahora ella dormía, y asi dormidita era todavía más bonita. Leonor estaba planchando en el cuarto de costura. Asi lo llamaba mi mami. Era el tercer cuarto de la planta alta. Primero estaba mi cuarto y al otro lado del hall, a la izquierda el cuarto de mis papis y al costado el cuarto de costura. Ahí estaba la máquina de coser “Singer” de mi mami junto a una ruma de revistas Burda, la tabla de planchar y el resto eran perchas con decenas de vestidos de mi mami, en todos los colores que uno se pueda imaginar, guantes, cortos y largos hasta el codo, pañuelos, sombreros, zapatos, abrigos y pieles… muchas pieles. Cuando mis papis iban a fiestas los sábados, casi todos los sábados, la Leonor dormía en el cuarto de costura, se suponía que para cuidarnos pero cuando Leonor dormía a ella no la despertaba ni un terremoto. Me senté un rato a su lado y ella me contaba historias de su pueblo en Ayacucho. A mi me gustaba mucho escucharla porque cuando ella relataba algo lo hacía con mucha mímica, con brazos y piernas imitando sonidos y haciendo mil de gestos que hacían mas verosímil su relato. Leonor era muy bajita, casi de mi tamaño, pero cuando contaba sus historias, se crecía como un gigante.

Ella era la heroína de la casa. La semana antepasada al llegar mi papi a casa después del trabajo, yo lo esperaba como siempre al pie de la escalerita que daba al garaje. De pronto se abrió la puerta…mi papi entró rapidísimo cerrando la puerta tras de sí y sujetándola cerrada con la espalda, gritó:

- ¡Idda, hay una rata enorme en el garaje! -

Mi mami se aferró a mí como protegiéndome y todos nos miramos sin saber qué hacer. De pronto apareció Leonor armada sólo con una escoba, y le dijo a mi papi con voz muy serena pero resoluta:

- A un lado señor, y cierre por favor la puerta tras de mí - Ella entró al lugar, y mi papi cerró la puerta y subió donde nosotros estabamos. Nos abrazamos los tres al oír una serie de chillidos estremecedores y golpes sordos de escobazos uno después del otro. La lucha duró unos buenos minutos…de pronto se abrió la puerta y entró Leonor con la rata muerta colgando de la escoba…era una rata enorme…¡por lo menos lo era para mí!

Todos felicitamos a Leonor aunque para ella, estoy seguro, era la cosa mas natural del mundo.

Leonor me contaba historias de las ratas en su pueblo. Decía que a veces había plaga de ratas pero para ellos no era problema, porque ellos tenían en su pueblo una rata “macho” asi decía, y empezó a contarme la leyenda:

“Para hacer una rata «macho » había que cazar muchas ratas vivas y había que encerrarlas en un hueco forrado con piedras para que no se puedan escapar.

Lo importante era no darles comida….después de unas semanas en el hueco sólo queda una rata viva, la única, que para sobrevivir se había tenido que comer a las otras…Esa rata es una rata “macho” ya que en el futuro ¡sólo come ratas! Cuando hay una plaga, la dejan libre y después de comerse a todas se regresa a su hueco, que ahora es su casa”. Así me contaba la Leonor. Podía escuchar sus historias horas de horas…

- Hasta mañana Leonor – le dije – tengo todavía que revisar mis sumas.

- Que duerma bién niño Billsito – respondió – yo estoy acá si me necesita.

No me demoré mucho en encontrar el error en mis sumas, siete y siete catorce y nueve veintitrés, borré el cinco y escribí con el lápiz el tres…y ¡listo!

Ya era tarde y en la tele empezó « La dimensión desconocida » yo nunca tuve miedo y menos aún cuando Leonor estaba en el cuarto de al lado. Me ví creo que las primeras dos historias. Después el sueño se apoderó de mí y caí en los brazos de Morfeo.

A la mañana siguiente , yo estaba durmiendo de lo lindo, como siempre “bocabajadito” como dicen en Piura...cuando de pronto sentí una mano en mi espalda, que después empezó a acariciarme la cabeza.

-Billsito, despierta Cochocho - ...era la voz de mi papi.

-¿Eeehhh? Hola papi -…. ¿Qué hora és? Le pregunté, aún medio dormido.

- Es muy temprano pero no te preocupes por la hora, hoy día no vas a ir al colegio - me dijo. - Despierta que tengo una gran noticia para ti – añadió.

Yo me dí la vuelta y me senté en la cama mirando a mi papi, restregándome los ojos y procurando despertarme del todo.

- Acabo de llegar de la clínica – me dijo…y después añadió : - ¡Tienes un nuevo hermanito!

Tenía a partir de ahora un nuevo hermanito, ¡no lo podía creer!…

Que lindo regalo que me habían hecho mis papis… a mi hermanito lo iba

a querer mucho. Yo me sentía tan feliz…y tenía una curiosidad tan grande que empecé a bombardear a mi papi con mil preguntas:

- ¿Cómo se llama mi hermanito?

- ¿Es muy chiquitito todavía?

- ¿Cuándo viene a la casa ? ¿Puedo jugar con él ?

- ¿El está ahora con mi mami? ¿Podemos ir a verlo?

Mi papi me tranquilizó un poco porque yo estaba muy entusiasmado-

- Tranquilo - me dijo -, vamos paso a paso – añadió -. Primero vamos a vestirnosbien bonito para que tu mami vea que todo esta bien en casa, después vamos a comprarle unos chocolatitos y unas flores y tú se las vas a dar porque ésta noche te has portado muy bien. Tu hermanito se llama Peter y está muy chiquito todavía, es muy bebito. Los doctores lo estan cuidando, pero a las diez se lo traen a tu mami para que esté un ratito con ella. Así que si tenemos suerte lo podremos ver…Leonor te ha planchado tu conjunto celeste, está encima de tu cama...

Mi papi no había terminado la frase y yo ya había saltado de la cama y corriendo a mi cuarto había empezado a cambiarme los más rápido posible, para no perder la oportunidad de abrazar a mi mami y de poder ver a mi hermanito.

Tenía puesto un pantalón corto celeste y un cami-saco de la misma tela,

medias blancas, bién blancas, blanquísimas, bién estiradas, casi hasta las rodillas, y unos zapatos en blanco con azul, con huequitos adelante, así como los zapatos de Golf. Aunque yo usaba “corte alemán” mi papi insistía en peinarme el único mechón de pelo que tenía adelante en la cabeza. Con un poquito de fijador me lo peinaba para arriba y hacia atrás. En ocasiones muy especiales, y ésta era una de ellas, él me frotaba un poco de su Old Spice en los cachetes y orejas.

Mi papi tomó su café leyendo como siempre El Comercio, y yo solo tomé mi leche con Ovaltine, las tostadas se quedaron ésta vez en la mesa. Yo estaba demasiado emocionado para poder comer.

Bajamos al garaje y nos subimos al carro. Me senté al lado de mi papi. El asiento era tan grande que mis rodillas no llegaban a doblarse. Me sentaba, por así decirlo, con las piernas estiradas, o me tenía que sentar más adelante y sujetarme con las manos de la armadura, cosa que a mi papi no le gustaba.

El Mercury era precioso. Estaba pintado de dos colores, blanco y naranja. Mi tía Lala tenía también el mismo modelo pero en blanco con verde. El marcador señalaba hasta 160 Km/hr y mi papi siempre lo probaba cuando íbamos a Ancón donde la tía Sussy. El auto no parecía volar sino que realmente volaba una decena de metros cada vez que encontraba algún montículo en la pista a esa velocidad.

Fuímos primero a la « Bombonniere », una pastelería que quedaba diréctamente al frente de la clínica Italina en San Isidro, entre las Avenidas Prescot y Salaverry. Mi papi compró una super linda lata de chocolates para mi mami. No lejos de ahí , en la florería de la calle Burgos compró el ramo de rosas rojas enorme.

- Bien –dijo - ya tenemos todo, asi que vamos a la clínica.

- ¡Por fin! Pensé para mis adentros.

Yo ya conocía muchas calles, y cada vez que mi papi entraba a una nueva, yo le decía el nombre. Cuando no lo sabía el me lo decía.

Av. Prescott…iba diciendo…Av. Javier Prado…Camino Real…Ovalo Gutiérrez…Comandante Espinar…Av. Angamos…¡Por fin lleganos a la clínica Delgado!

Entramos al cuarto de mi mami. Ella se alegró mucho al vernos. Estaba tendida en una cama muy alta, casi tan alta como yo, por lo que mi papi me tuvo que cargar para que yo le pudiera dar su beso. Ya no tenía esa barriga tan grandota, por lo menos no se notaba debajo de las sábanas. Ella estaba un poco adolorida pero feliz.

- Son para ti mami- le dije , entregándole la lata de chocolates…

- Gracias papito lindo, me dijo, volteándose un poco para el costado para podernos ver mejor. Había un poco de dolor en su semblante. Eso lo podía notar…

- Y estas son para ti- le dijo mi papi enseñándole las rosas y buscando de inmediato un florero donde poderlas poner.

- Gracias Bill- están lindas, dijo mi mami y luego, … en el baño hay un jarrón, lo puedes usar como florero.

Yo estaba paradito al costado de la cama haciéndole cariñito a mi mami, cuando de pronto se abrió la puerta y entró la enfermera, y nos pidió que por favor saliéramos, que tenía que preparar a mi mami porque ya que estaban a punto de traerle al bebe Jones.

Salimos mi papi y yo. Afuera del cuarto había un surtidor de agua con unos conitos de papel que se usaban como vasitos (ahora son todos de plástico). De puros nervios empecé a tomar una vaso tras del otro, en cualquier momento traían a mi hermanito.

- ¿Por dónde vienen? Pregunté a mi papi.

- Que sé yo, creo que con el ascensor, o sea por allá – me dijo señalándome hacia el otro lado.

- Pueden pasar- dijo la enfermera.

- De pronto ví como traían una especie de carrito rodante con algo como una cuna encima…venía en nuestra dirección, se detuvo a nuestro costado y entramos casi todos juntos en el cuarto.

- La enfermera metió los brazos en la cuna y sacó a un bebito, tan pero tan bebito, chiquitito, envueltito sólo en pañales y lo colocó delicadamente sobre el pecho de mi mami.

¡Era mi hermanito Peter!

-Acércate para que lo véas – me dijo mi mami. Yo me acerqué y con mucho cuidado con el dorso de mi mano le fui acariciando el bracito y fui bajando hasta sus manitos. El cerró la manito y se quedó aferrado a mi dedo. Todos nos reímos.

-Hola Petercito- le dije, - yo soy tu hermano Billy y te quiero mucho – añadí estirándome lo más que pude para poder alcanzar a darle un besito en la mejilla.

Aunque él estaba magulladito, muy magulladito...abrió un poco los ojitos aún vidriosos y puedo jurar que me regaló una pequeña sonrisa.

Él era mi pequeño hermanito y yo, ¡cómo estaba orgulloso de él!

Era el jueves, ocho de agosto de 1963. Hoy día, también un jueves, ocho de agosto del 2013, cincuenta años después, sigues siendo mi pequeño hermanito y yo sigo estando, como siempre, muy pero muy orgulloso de tí.

Tu hermano que te sigue queriendo tanto…y siempre te querrá,

Billy.

A la memoria de Peter Jones

8 de agosto, 1963 - 28 de julio, 2015

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Fotos proporcionadas por

Billy Jones

 
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